miércoles, 22 de mayo de 2013

MAYO/A MI QUERIDO VIEJO, MI AMIGO



A MI QUERIDO VIEJO, MI AMIGO
HASTA SIEMPRE…


Sabias las palabras de José Saramago, “Un bien, Aunque este enterrado, no se pierde”

Comprensible y tolerante con todos, incomprendido algunas veces. Es la agria respuesta que reserva el destino para los seres carismáticos e idealista.

Querido viejito “Caballero de la alegría” No importa los tiempos aciagos y dichosos. Tu carisma especial y don de gentes te abrieron las puertas en cualquier parte; no hubo abrazo mortal que te negara su calor. Mi querido viejo, mi amigo de ancha sonrisa y servicial empeño, imprimiste huellas de solidaridad humana por todos los caminos por donde anduviste.

Desde el inicio de abril, cuando estabas postrado en la habitación 457 de Neumología de aquel hospital, a partir de ese día la tristeza me embargó, es que viejito lindo te encontré más frágil y débil, pero totalmente lucido y tan motivado como si no sintieras los efectos de tan terrible enfermedad.
Como si presintieses la cercanía de la muerte, regresaste a tu verdadera e inolvidable tierra. Retornaste al hogar de antaño, fuente nutricia de sensitivas vivencias en tu niñez, adolescencia y madurez. No quisiste abandonar a tu gente, a nuestra madre tierra, solicita y generosa, leal y sincera, trabajadora y buena. De esas selvas copiaste su sencillez y modestia, de su cielo, la transparencia de espíritu; de sus mieses, abundancia de fe y esperanza. Por sus senderos correteaste con tus travesuras infantiles. Eucaliptos, rosas violetas, madreselvas, lirios y demás flores de este pensil, fueron confidentes de tus cuitas románticas y entonaciones de toda tu vida. Las tardes vesperales de crepúsculos encendidos aliviaron tus quejas y frustraciones.