martes, 28 de julio de 2015

!FELIZ DÍA PERÚ



QUERIDOS AMIGOS:
¿Realmente es un día de celebración?
¡FELIZ DÍA PERÚ!
 Que este 28 de julio, fecha de evocación de la independencia de Perú, enaltezca el fervor patriótico de un pueblo sediento de justicia social, de paz, de bienestar económico para todos los peruanos, y sobre todo, de buenos líderes sin promesas demagógicas.
Que la dialéctica histórica y las contradicciones políticas y sociales nos independice de la vergüenza ajena, de la ineptitud por corrupción y degradación de sus gobernantes, de la prostitución del poder político y de las ambiciones desmedidas de aquellos que se aprovechan de su fenotípica para seducir a la  mayoría, de esos padres de la patria que protestan como pobres y viven como ricos.
Que nos independicemos de la desgracia colectiva de todos los tiempos, desde la pobreza cruel de cinco millones de peruanos, de la irreverencia de muchísimos “Pepe el vivo” que están en todas partes y que les importa un cara…las leyes, las buenas costumbres. Del salvajismo devastador de la delincuencia, de las mafias domésticas y foráneas.
Es una reflexión que quisiera compartir. Pienso que realmente celebraremos la independencia cuando… (Hago referencia a una nota personal pretérita.)
“En nuestra patria siempre habrá un mejor norte si hubiese hombres o mujeres de bien que lo descubriesen y conquistaran y brindaran de buena fe a sus congéneres en gesta altiva, más grande que la de Marco Polo o Cristóbal Colón”.
Constituiría la gesta del milenio o al menos de este siglo... soñar no cuesta nada.
Dios bendiga a todos los peruanos, ayer, hoy y siempre.
¡Viva el Perú Andino! ¡Viva el Perú Amazónico!
Arturo Ruiz-Sánchez
New york, 2015-07-28
www:arturoruiz-sanchez.blogspot.com


     

viernes, 17 de julio de 2015

ANIVERSARIO DE UN NUEVO CORAZÓN



ANIVERSARIO DE UN NUEVO CORAZÓN
 Escucho movimientos que se acercan y el rumor de voces. Creo distinguir las de dos personas, después me parecen tres, quizás más. Todo es muy confuso. Se extinguen las voces. Se alejan los pasos. Silencio absoluto. Tal vez estoy soñando. No, no es un sueño. Me duele el brazo izquierdo, no puedo mover bien la mano, la tengo entumecida. Alargo un poco la extremidad y las puntas de mis dedos tropiezan con algo frío. Los retiro asustado. Espero. No pasa nada. Vuelvo a estirarla y me doy cuenta de que es un tubo metálico.  Es el soporte del frasco de suero. Deslizo los dedos suavemente por la barra y el contacto con el metal me resulta agradable. Ignoro si es de noche o de día, la oscuridad es absoluta.
               Si, creo que he salido del quirófano y estoy en la habitación, mi hermana debe estar cerca, pienso… Intento llamarla, pero una enorme afonía me impide articular palabras. Una mucosidad espesa y algo rígido me obstruye la garganta dolorida, carraspeo y consigo pronunciar a duras penas la palabra “hola”. No sé si mi voz se oye más allá de mis labios. Nadie contesta. Estoy atenazado, no puedo girar la cabeza, respiro con dificultad. Con la mano derecha acaricio las sábanas y dibujo el contorno de la cama hasta donde llega la longitud de mi brazo. Me atrevo a sacar la mano y hurgo en el aire por si mi hermana se ha quedado adormilada en el sillón y no me oye, pero solo trasteo en el vacío. Me da frío y meto la mano rápidamente y la cobijo. La tengo gélida, la froto contra la pierna para hacerla entrar en calor.
Siento un dolor profundo y destemplado en la clavícula, creo dirigir la mano lentamente hacia la boca y no lo consigo. Quiero gritar, pero solo emito un quejido bronco.

martes, 7 de julio de 2015

NO ESPERES QUE TE OLVIDE



NO ESPERES QUE TE OLVIDE
¿Recuerdas cuando te quedabas a dormir en la vieja casa de la Rué Saint Antoine? Apenas había amanecido y el sol del estío al entrar por la ventana jugaba con pequeñas briznas de polvo. Nos quedábamos mirándolas en silencio hasta que uno de los dos decidía levantarse para el refrescante baño matutino. Tú me decías que eran pedazos de tu alma que vagaban inquietas en busca de cariño. Me habría parecido cursi si una lágrima no hubiera brotado de donde nace la amargura. Tus expresivos ojos verdes se impregnaban de nostalgia. Sin saber muy bien a qué venía aquel comentario, sonreí. También tú sonreíste cuando te abracé acariciando tu largo cabello sedoso y claro, primero suave y después más fuerte.  Permanecimos así hasta que tintineaba el aromático silbido de la cafetera. ¡Te gustaba tanto el café!
Desayunábamos como si nada ocurriese, como si el movimiento se hubiese llevado la polvareda y todos nuestros problemas.
¿Aquellos días por qué no sacaste a pasear tu amargura, tus dudas, tus recelos? Cómo cuándo discutíamos por tonterías y decidíamos que llevaríamos días sin hablarnos  y te ibas a donde fuera. Andábamos y andábamos por aquel barrio bohemio, por la concurrida Rué Saint Paul Ouest de Montreal… y no regresabas hasta que, de “acuerdo mutuo” todo lo que pensábamos y sentíamos había salido a pasear con nosotros.