miércoles, 15 de enero de 2014

UN VINO DULCE



 UN VINO DULCE
 Por fin encontraba una licorería decente en esta avenida concurrida de Queens. No podía presentarme en casa de Cristina con un vinillo de cinco dólares, eso lo tuve muy claro. En ese momento debía  concentrarme en el asunto del vino. 

Entré en ese establecimiento muy surtido que hay en la Roosevelt avenue, dispuesto a gastarme en vino lo que vale una cena en un restaurante cinco tenedores, supuestamente para quedar como alguien y con muchas posibilidades. El dependiente se acercó y le pregunté por el mejor vino blanco dulce.

 -“El mejor vino blanco dulce que tenemos en la tienda es un “terroir”, es decir, un vino podredumbre noble ¿Lo conoce el señor?”
Como yo que quedo con los ojos como platos, el hombre siguió con su rollo.

-“Se trata de un vino elaborado de uvas fermentadas con el hongo Botrytis cinerea, que tan solo se produce en las zonas húmedas de Centroeuropa, como Austria y Alemania”.

¿Un vino podrido? Me empecé a poner nervioso.

- “Oiga”. Le dije al de la bodega.

 - “El vino es para una señorita y no estoy muy seguro de que esto de la podredumbre sea muy adecuado”.

El dependiente suspiró y con su cara de sabelotodo me largo otra lección.

-  “Su gusto suave y afrutado lo hace apropiado para el paladar femenino, se lo digo por experiencia” y me guiño el ojo, el muy puto, que se debe levantar a más de una con el cuento del vino.