A MI
QUERIDO VIEJO, MI AMIGO
HASTA
SIEMPRE…
Sabias las
palabras de José Saramago, “Un bien, Aunque este enterrado, no se pierde”
Comprensible
y tolerante con todos, incomprendido algunas veces. Es la agria respuesta que
reserva el destino para los seres carismáticos e idealista.
Querido
viejito “Caballero de la alegría” No importa los tiempos aciagos y dichosos. Tu
carisma especial y don de gentes te abrieron las puertas en cualquier parte; no
hubo abrazo mortal que te negara su calor. Mi querido viejo, mi amigo de ancha
sonrisa y servicial empeño, imprimiste huellas de solidaridad humana por todos
los caminos por donde anduviste.
Desde el
inicio de abril, cuando estabas postrado en la habitación 457 de Neumología de aquel
hospital, a partir de ese día la tristeza me embargó, es que viejito lindo te encontré
más frágil y débil, pero totalmente lucido y tan motivado como si no sintieras
los efectos de tan terrible enfermedad.
Como si presintieses
la cercanía de la muerte, regresaste a tu verdadera e inolvidable tierra.
Retornaste al hogar de antaño, fuente nutricia de sensitivas vivencias en tu niñez,
adolescencia y madurez. No quisiste abandonar a tu gente, a nuestra madre
tierra, solicita y generosa, leal y sincera, trabajadora y buena. De esas
selvas copiaste su sencillez y modestia, de su cielo, la transparencia de espíritu;
de sus mieses, abundancia de fe y esperanza. Por sus senderos correteaste con
tus travesuras infantiles. Eucaliptos, rosas violetas, madreselvas, lirios y demás
flores de este pensil, fueron confidentes de tus cuitas románticas y
entonaciones de toda tu vida. Las tardes vesperales de crepúsculos encendidos
aliviaron tus quejas y frustraciones.
Por esa identificación del alma, corazón y espíritu retornaste de pronto, querías exhalar tu último suspiro en tu casa, rodeado del calor de los tuyos, de los nuestros.
Fueron 37
días de desafío, de ese reto diario, donde todos los que te amamos, fuimos tus
cómplices en esos instantes tan aciagos, incluyendo el personal médico de aquel
piso, enfermeras, técnicas, estuvieron conmovidos por tu capacidad de
resistencia y tu peculiar actitud para enfrentar las consecuencias de la
irreversible dolencia.
Tuve la
fortuna de estar contigo en esos minutos en que te despedías, si bien es cierto
que dormías porque los sedantes te sustraían de la desesperación de no poder
respirar, estoy seguro de que escuchabas cuando te hablaba de algunas
experiencias en la que coincidíamos, luego te dije que todo estaría bien, que estaríamos
unidos como tu siempre soñabas y que cuidaríamos a nuestra madre como lo hacías
tú, además, entoné aquellas canciones que cantábamos juntos, parecía que tu
rostro después de ese rictus de desesperanza se tornaba sereno. Perdí la noción
del tiempo y percibí como te ibas apagando. En el monitor a la cual estabas
conectado, advertía como tus signos vitales empezaban a descender
inexorablemente. Comprendí que te ibas, que tus suplicas y las nuestras, habían
sido escuchadas, que el Gran Arquitecto del Universo, te concedía la gracia de
estar con él, sin embargo querido viejo, pensé que estaba preparado, empero me
di cuenta que nunca se esta preparado para ver partir a alguien tan cercano,
que es cierto que el: “único dolor que no se siente, es el ajeno”
Cuando
exhalaste el último suspiro viejito lindo sentí que se me partía el alma, me
reconocí derrotado y me refugié completamente abandonado en un regazo tibio, solidario
y lloré como un niño. Como dolió ver tú partida mi querido viejo.
No sabemos
como será la vida sin ti. No porque se oculta el sol todos los días y llega la
noche, agoniza la vida, expira la existencia. La misma obscuridad nocturnal
engendra aquella paloma blanca, la alborada, que se inclina reverente ante el
sol madrugador y sempiterno. De la misma forma, tú te has ocultado y nos has
dicho hasta luego desde ese Mas Allá existencial, donde ahora moras en
serenidad infinita.
Aun nuestra
madre, tu amada esposa, nosotros, tus hijos, nietos, hijos políticos pensamos
que temprano desataste tus sandalias, diste respiro a tu cansancio, y te fuiste
sin solemnidad anunciada, sin precipitación trágica, suavemente como se aleja
el sol en el poniente.
Es verdad
que tu partida nos llama a reflexión de mármol y de lápida. Pero yo adivino que
mejor te gustaría posar en los recuerdos de todos como siempre lo fuiste: de
imagen sonriente y humorística, prístina y transparente.
Tus huellas
imperecederas quedan grabadas en cada uno de los corazones de tu gente, de de
nuestra madre, tu esposa, la compañera de toda tu vida, de tus hijos, nietos,
hijos políticos, familiares y amigos, que se han mostrado solidarios y
oportunos en estos momentos aciagos. Es que en definitiva la autentica amistad
y el más profundo amor se muestra de cuerpo entero en las desgracias.
Adiós, viejito
lindo, mi gran amigo, simplemente hasta luego, nos une la complicidad del
sepulcral silencio, de la alegría de esos montes de tu Yurimaguas añorada.
Querido viejito tal como te prometí, algún día de estos, si Dios lo permite,
caminaré por los lugares que transitaste, y por aquellos que te falto y que
fueron tu ilusión. Ahora echaremos a volar pañuelos enlutados en sencillo
homenaje.
Tu espacio
quedó solitario, cabizbajos tu esposa, tus hijos, nietos, hermanos, hijos
políticos; empero todos te abren sus brazos con celestial afectuosidad. Estarán
deleitándose con tu sonrisa. Te recordaremos siempre.
Hasta
siempre ser existencial, hasta siempre mi querido viejo, mi gran amigo.
Arturo Ruiz-Sánchez
Mayo 03, 2013. HMC. Lima, Perú
perusasur@hotmail.com
Es un bello gesto que un querido y ejemplar hijo le rinda Honores a su padre a su amigo ,yo tambien le extraño se como te sientes hermano mío , tenemos el consuelo que él desde el cielo nos enviará un ángel para confortarnos y ahora que ya no comparte la vida física él se hará presente en nuestro espíritu hay que estar atentos y unidos a Dios , solo el amor profundo y con fé nos abrirá esa puerta.yo tambien quiero decirLe PAPA DONDE ESTES TE SEGUIRÉ. HASTA SIEMPRE.
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