AGOSTO, TRES MESES...
Querido hijo,
disculpa que te escriba, ojala dispongas de tiempo para leer esta carta. Sé que
piensas que a mis años no entiendo las situaciones de la vida actual, quizá
tengas razón, sobre todo porque ya no escucho nada, perdí totalmente la
capacidad de oír.
Sé también
que tienes mucho trabajo en el ordenador, atender a los clientes y proveedores
por el teléfono, y ese stress de la vida cotidiana hace que olvides y te
enfades por ciertas cosas.
Hijo, hoy
es el tercer mes de la partida al descanso eterno de tu papá, mi compañero, mi
esposo. Sé que lo extrañas al igual que tus hermanos, también lo extraño, y
muchísimo, no sabes cuanto, él me hace mucha falta, y en soledad agobiante no
puedo sustraerme al ansia de recordarlo, e inevitablemente mis lágrimas inundan
mis ojos, y lloro inconsolablemente, recuerda que compartimos toda una vida, constituimos
nuestra familia, llegaron ustedes…
Hoy, por
cosas de la vida, mis hijos están dispersos por el mundo. Sé y entiendo que
todos tienen responsabilidades familiares y velan por sus propios intereses y
que cada quien dice quererme a su manera, lo cual es entendible, porque cada
persona expresa sus sentimientos de forma diferente.
Hijo debe
ser difícil lidiar con los achaques de una vieja como yo, te admiro por eso, también,
porque toleras mi lentitud y mi disminuida capacidad de entendimiento, trato de
no mortificarte, por eso me refugio en mi mundo, en ese universo callado, existencial,
en ese silencio que muchas veces es desesperante, y me pregunto ¿Por qué me
tuvo que pasar? tú no te imaginas hijo mío lo que se siente no poder oír, Dios
quiera que nunca pierdas ese don.
Hijo,
bríndame unos minutos de tu valioso tiempo y háblame que yo leeré tus labios y miraré
tus ojos y sabré lo que dices, porque los sentimientos solo se ven con los ojos
del corazón, lo esencial es invisible a los ojos, como decía el principito del
cuento que me relató en algún momento tu papá.
Escúchame
aunque diga algunas tonterías, quiero compartir con alguien lo que suelo pensar
en estos días, por ejemplo: cuanto daría porque todos mis hijos estuvieran
conmigo como cuando eran niños, decirles cuanto los quiero, ayudarles con la
tarea de la escuela, acostarlos uno por uno y contarles algún cuento, tal vez
inventado, prepararles la comida favorita; desearía tener la oportunidad de ver
otra vez a mi viejo, no desaprovecharía el tiempo y lo emplearía para decirle
que lo amé siempre, que me siento orgullosa de ser su esposa, que a pesar de
todas las vicisitudes que nos toco vivir, encontré la tranquilidad que siempre
soñé, acudiría a su llamado cada vez que me necesitara, o simplemente estaría
con él en la habitación viendo la tele y el programa que le gustaba; serían
para mi irrelevantes las novelas que me gustaban, no sabes lo impotente que me
siento cada vez que pienso que a veces perdí alguna ocasión de estar cerca a
él; sé que es una bobada, pero si tan solo me escucharas unos minutos desatarías
este nudo que hace algún tiempo aprisiona mi garganta.
Antes de
terminar, por favor no te enojes cuando de pronto sientes mi voz muy fuerte, es
que trato de controlar los decibeles, pero me es imposible, por ahora me
reconforta saber que en algún momento mis expresiones dejaran de molestarte.
Hijo mío, si
bien es cierto que no soy académica como dices, sin embargo, con los años muchas
aguas han pasado bajo el puente de la vida, y asimilamos todas las experiencias
de la existencia. Hoy solo puedo decirte, que aprendemos a vivir cuando empezamos
a morir, no sé cuando me tocará, solo Dios lo sabe, empero estoy tranquila
porque tengo la certeza que me reuniré con tu papá.
Hijito,
pensar que te llamaba así cuando eras pequeñito, sabes, sin importar la edad para
mi sigues siendo mi niño.
Por favor cuando
llamen tus hermanos y como no puedo oírles, diles que los amo.
Hoy en casa
nos hemos quedado solos, y en este tercer mes de la partida de tu padre, solo
te pido que me regales unos minutos para leer mi carta, y si te sobra tiempo,
dame un abrazo para no sentir esta soledad que me devora.
Gracias
hijo mío.
Te ama siempre, tu mama.
Arturo
Ruiz-Sánchez/PEDAZOS DE TIEMPO
Glen Oaks, New York, Agosto, 2013
si tiene razón, tenemos que interesarnos mas por los mayores que por ellos estamos aquí en este mundo
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