CARTA PARA ANDORRA.
TRES MESES Y MEDIO EN MANHATTAN
He resistido la tentación de escribirte y de recordarte. Desde esta mañana que tuve la posibilidad de percibir en tu voz el sentido de tus palabras. Te resumo lo que necesitaría horas de conversación acompañada de inflexiones y gesticulaciones persuasivas.
He resistido la tentación de escribirte y de recordarte. Desde esta mañana que tuve la posibilidad de percibir en tu voz el sentido de tus palabras. Te resumo lo que necesitaría horas de conversación acompañada de inflexiones y gesticulaciones persuasivas.
A estas alturas después de muchos meses tu llamada me
perturba, había conseguido una tregua en ese afán casi diario de evocarte, y
hoy, precisamente hoy de madrugada mi teléfono gris se encargo de despertarme,
eras tú y la bendita costumbre de convertirme en insomne.
Después solo atiné a recordarte, a evocar esos breves
momentos de conocernos en aquel instituto español, habíamos coincidido en la
conferencia sobre la guerra civil española.
La puntualidad fue nuestra mayor virtud aquella tarde,
fuimos los primeros en llegar y disfrutamos algunos minutos para conocernos,
luego el auditorio se lleno completamente. Al final de la reunión el Starbucks
Coffee fue cómplice de una larga tertulia. Me sorprendiste gratamente por
tus conocimientos de la gran Cultura Inca y por haber interactuado con los Uros
y sus islas de totora en el Lago Titicaca: que privilegio.
Contigo aprendí algo del flamenco mi hermosa
bailadora y me interesó conocer la historia de tu pequeño país, el Principado
de Andorra. Hablaste de Andorra La Vella, ciudad que había escuchado vagamente
en mi clase de geografía; y me sentí pecador por ignorante.
Las calles de Manhattan y sus
laberintos desde la 49 a la 52 aun conservan tu recuerdo.
Fueron algunos días, suficientes para descubrir lo que sentíamos. Aceptamos
con agrado todo. Decidiste conocer mi pequeño apartamento de Astoria,
(aunque suene cursi, tengo licencia para serlo), fue nuestro nido de
amor.
Bella bailadora, aún recuerdo esa cálida curiosidad
que se apoderó de nosotros, naufragábamos en la comprensión por primera vez de
sensaciones de poseernos, bebí de tu fuente los sentimientos más íntimos y
percibí el encanto de aquel momento intercambiando caricias, emociones…
Mi bailadora, la felicidad es breve, es momentánea, no
se sabe cuánto dura, en esta circunstancia de ensueños y sombras, la felicidad
es fugaz, una excepción sin contraste.
Siempre fuimos conscientes de la singular forma
de conocernos, también, de esta entrega sin condiciones y que este punto de
encuentro, terminaría.
Mientras tanto nos sumergíamos en ese vértigo de
sensaciones para olvidar, para aislarnos de la realidad.
Fueron aquellas semanas en que vivimos tratando de adivinar nuestros pensamientos, construyendo un mundo singular donde todo estaba permitido, incluyendo infringir leyes, terrenales y divinas.
Fueron aquellas semanas en que vivimos tratando de adivinar nuestros pensamientos, construyendo un mundo singular donde todo estaba permitido, incluyendo infringir leyes, terrenales y divinas.
En el ínterin de nuestra locura, la cordura tocaba
nuestras puertas, reflexionábamos sobre los sentimientos, la imaginación,
la conciencia. Gozábamos con la voz incomparable y operística de Luciano
Pavarotti, de Andrea Bocelli.
Mientras nos
deleitábamos con las agradables notas, decías:
"Quien no lleva música en sí mismo, ni se
emociona con los sonidos ni con las fascinantes letras es propenso a caer
fácilmente en el límite de la información y la insinuación que incitan a
cometer los más grandes errores de la vida".
Aún recuerdo aquel martes gris que decidiste no regresar, me dejaste un contundente mensaje de texto en el móvil: “Adiós, no me esperes mas”
Aún recuerdo aquel martes gris que decidiste no regresar, me dejaste un contundente mensaje de texto en el móvil: “Adiós, no me esperes mas”
Fue
incomprensible tu actitud, días antes estuviste maravillosa. Aquella noche al
regresar a casa sentí la gélida sensación del aislamiento, nuestra cama aún
conservaba la tibieza de las sábanas, la cercanía de tu presencia, de tu
esencia, de tu olor.
Desde aquella
vez te inventaba, te formaba, te acariciaba como tantas noches; aún volaba por
esos reinos que explorábamos a lo largo de esos meses compartidos: intensos,
dulces, apasionados, reflexivos.
Por muchos días esos recuerdos fueron para mí una
fuente de consuelo y de vida. Situaciones que algunas noches vuelvo a
beber con la memoria para llenar tu ausencia.
Bailadora, tu llamada despertó en mi pensamientos que revientan en mi cabeza como burbujas de agua hirviendo que me permite aprender que esta vida es inesperada e imaginativa.
Bailadora, tu llamada despertó en mi pensamientos que revientan en mi cabeza como burbujas de agua hirviendo que me permite aprender que esta vida es inesperada e imaginativa.
Deseo que estés tranquila, que tengas la
seguridad que nunca me sentí mal por nuestra furtiva relación, ni me arrepiento
de ello, que soy sincero en todo lo que dije y cualesquiera sean las
eventualidades del futuro siempre seremos amigos incondicionales, con la
prerrogativa de una complicidad maravillosa.
"El amor es una flor que florece en cualquier
alma y bendice a quien da y a aquellos que reciben".
Mi bella bailadora sé feliz hoy y siempre,
goza el privilegio de tener una familia: tu marido e hijo.
Gracias por lo que me diste, las alegrías, las nostalgias, las ilusiones… y estas sensaciones...
Gracias por lo que me diste, las alegrías, las nostalgias, las ilusiones… y estas sensaciones...
El dulce fuego que abraza sin quemar, el del amor y
deseo unidos. Éxitos.
Arturo Ruiz-Sánchez/PEDAZOS DE TIEMPO
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