A ONCE MESES DE TU PARTIDA
Andres Ruiz-Ch, mi querido viejito, mi gran amigo
El reloj de mi habitación da las tres, las cuatro, las cinco y se siente los rigores del silencio de la madrugada del aún frío abril. Solo el eco de tu voz resuena a lo lejos como una suave melodía, como adagio sostenuto en algún piano. Hoy, hace once meses de tu partida, fue aquel viernes de mayo. Hoy como todos los días sentimos la severidad de tu ausencia. Asimismo, hoy percibimos el tibio abrazo del existencialismo y después de un buen sorbo de reflexión disfrutamos el privilegio de recordarte. Te extrañamos viejito lindo, mi gran amigo. Que el Gran Arquitecto del Universo te bendiga siempre.
Andres Ruiz-Ch, mi querido viejito, mi gran amigo
El reloj de mi habitación da las tres, las cuatro, las cinco y se siente los rigores del silencio de la madrugada del aún frío abril. Solo el eco de tu voz resuena a lo lejos como una suave melodía, como adagio sostenuto en algún piano. Hoy, hace once meses de tu partida, fue aquel viernes de mayo. Hoy como todos los días sentimos la severidad de tu ausencia. Asimismo, hoy percibimos el tibio abrazo del existencialismo y después de un buen sorbo de reflexión disfrutamos el privilegio de recordarte. Te extrañamos viejito lindo, mi gran amigo. Que el Gran Arquitecto del Universo te bendiga siempre.
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