PARA TODAS LAS MADRES DEL MUNDO !FELIZ DÍA!
Amigos,hoy como todos los dias son momentos precisos para honrar a las viejitas queridas. No las olviden.
CARTA DE UNA MADRE PARA UN HIJO
Querido hijo, disculpa que te escriba, ojala dispongas de
tiempo para leer esta carta. Sé que piensas que a mis años no entiendo
las situaciones de la vida actual, quizá tengas razón, sobre todo porque
ya no escucho nada, perdí totalmente la capacidad de oír.
Sé
también que tienes mucho trabajo en el ordenador, atender a los clientes
y proveedores por el teléfono y ese stress de la vida cotidiana hace
que olvides y te enfades por ciertas cosas.
Hijo, hoy hace días
recordamos la partida al descanso eterno de tu papá, mi compañero, mi
esposo. Sé que lo extrañas al igual que tus hermanos, también lo extraño
y muchísimo, no sabes cuanto, él me hace mucha falta y en soledad
agobiante no puedo sustraerme al ansia de recordarlo e inevitablemente
mis lágrimas inundan mis ojos y lloro inconsolablemente, recuerda que
compartimos toda una vida, constituimos nuestra familia, llegaron
ustedes…
Hoy por cosas de la vida, mis hijos están dispersos por el
mundo. Sé y entiendo que todos tienen responsabilidades familiares y
velan por sus propios intereses y que cada quien dice quererme a su
manera, lo cual es entendible porque cada persona expresa sus
sentimientos de forma diferente.
Hijo debe ser difícil lidiar
con los achaques de una vieja como yo, te admiro por eso, también,
porque toleras mi lentitud y mi disminuida capacidad de entendimiento,
trato de no mortificarte, por eso me refugio en mi mundo, en ese
universo callado, existencial, en ese silencio que muchas veces es
desesperante, y me pregunto:
¿Por qué me tuvo que pasar? tú no te imaginas hijo mío lo que se siente no poder oír, Dios quiera que nunca pierdas ese don.
Afortunadamente a pesar de esa desventaja me siento privilegiada, como
no puedo escuchar cuando llaman, aun logro leer, ojala tus hermanos me
escribieran, porque sabes, a estas alturas de la vida vivimos de
recuerdos y atesoramos esas cartas que a veces no llegan.
Hijo, bríndame unos minutos de tu valioso tiempo y háblame que yo leeré
tus labios y miraré tus ojos y sabré lo que dices, porque los
sentimientos solo se ven con los ojos del corazón, lo esencial es
invisible a los ojos, como decía el principito del cuento que me relató
en algún momento tu papá.
Escúchame aunque diga algunas
tonterías, quiero compartir con alguien lo que suelo pensar en estos
días, por ejemplo: cuanto daría porque todos mis hijos estuvieran
conmigo como cuando eran niños, decirles cuanto los quiero, ayudarles
con la tarea de la escuela, acostarlos uno por uno y contarles algún
cuento, tal vez inventado, prepararles la comida favorita.
Desearía
tener la oportunidad de ver otra vez a mi viejo, no desaprovecharía el
tiempo y lo emplearía para decirle que lo amé siempre, que me siento
orgullosa de ser su esposa, que a pesar de todas las vicisitudes que nos
tocó vivir, encontré la tranquilidad que siempre soñé; acudiría a su
llamado cada vez que me necesitara, o simplemente estaría con él en la
habitación viendo la tele y el programa que le gustaba.
Serían para
mi irrelevante las novelas que me gustaban, no sabes lo impotente que
me siento cada vez que pienso que a veces perdí alguna ocasión de estar
cerca a él.
Sé que es una bobada, pero si tan solo me escucharas
unos minutos desatarías este nudo que hace algún tiempo aprisiona mi
garganta.
Antes de terminar, por favor no te enojes cuando de
pronto sientes mi voz muy fuerte, es que trato de controlar los
decibeles pero me es imposible, por ahora me reconforta saber que en
algún momento mis expresiones dejaran de molestarte.
Hijo mío, si
bien es cierto que no soy académica como dices, sin embargo, con los
años muchas aguas han pasado bajo el puente de la vida, y asimilamos
todas las experiencias de la existencia. Hoy solo puedo decirte, que
aprendemos a vivir cuando empezamos a morir, no sé cuando me tocará,
solo Dios lo sabe, pero estoy tranquila porque tengo la certeza que me
reuniré con tu papá.
Hijito, pensar que te llamaba así cuando eras pequeñito, sabes, sin importar la edad para mi sigues siendo mi niño.
Por favor cuando llamen tus hermanos y como no puedo oírles, diles que los amo.
Hoy en casa nos hemos quedado solos y en este Día de las Madres solo te
pido que me regales unos minutos para leer mi carta, y si te sobra
tiempo, dame un abrazo para no sentir esta soledad que me devora.
Gracias hijo mío.
Te ama siempre, tu mamá.
Arturo Ruiz-Sánchez/PEDAZOS DE TIEMPO
Glen Oaks, New York, mayo, 2014
www.arturoruiz-sanchez.blogspot.com
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