En el pretérito, el hombre, ser temporal, efímero, siempre se ha
trastornado por dejar evidencias de sus travesías por la vida, memorias de su derrotero.
En las antiguas civilizaciones los hombres trazaron en cuevas lejanas, figuras
plásticas, representaciones gráficas. Entre
nosotros, aun persisten conservamos esas huellas con la esperanza de que el
paso del tiempo no lo destruya.
Actualmente (cuando las redes sociales, los
medios de comunicación, llámense, escritos, radiales, televisivos, que
contribuyen a la sordera colectiva) no faltaran, ni faltan, dizque líderes
mundiales y desconocidos feligreses que se aventurarán y se aventuran a
comentar y escribir algo en cualquier medio y lugar; palabras viscerales como
evidencia de que existen, y que se irán irremediablemente.
Tal es el caso del desatinado millonario
de 72 años, Taro Aso, Ministro de finanzas de Japón (país con gran porcentaje
de su población envejecida) ante la crisis de la seguridad social, pide “a los
ancianos que se den prisa en morir para evitar un gasto innecesario para el
país”.
Ante irracional comentario, creo que en el
mundo habemos muchas personas sin importar la edad, genero, credo, y latitud,
en esa lucha diaria por vivir.
Lamentablemente nada es perfecto, mientras
existan hombres como Taro Aso, latirá una recóndita aspiración de duración
ineludible, una profunda codicia de perennidad personal.
Arturo Ruiz-Sánchez
que poco corazón de este tipo esta bien que nos rebelemos hacia este tipo de actos
ResponderEliminarComentarios desatinados en todas partes.
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